La literatura establece tres dimensiones relacionadas con el alcance o foco de atención en las operaciones de las organizaciones filantrópicas: (i) geofigura, (ii) sectorial y (iii) beneficiarios. Si bien estas tres dimensiones están relacionadas con su tamaño y experiencia, no todas explican el nivel de capacidad organizacional o efectividad de sus operaciones (Agard, 2011).

La literatura señala que el foco geofigura de los programas implementados o cofinanciados no debe ser una variable sobre la cual se base un juicio de la capacidad organizacional de una entidad filantrópica institucional, al estar relacionada en mayor medida con indicadores de capacidad como recursos humanos o financieros (Vaughan, Arsneault, & Arsneault, 2013). En ciertos casos, una fundación puede financiar o implementar de manera individual o conjunta programas de escala nacional o en diferentes países. Sin embargo, esto no implica que cuente con una estrategia operativa alineada con estándares de capacidad organizacional de calidad, pues es posible que prime una visión asistencialista o de caridad (Salamanca, 2002).

Misión: marco de acción

En cuanto al alcance o foco sectorial y de beneficiarios, ambos deben estar delimitados en la misión y los estatutos de la organización filantrópica, ya que esto indica la necesidad de tener una estrategia clara que defina la canalización de recursos financieros y de compromiso con las partes interesadas (Ahmed, 2012).

La literatura también señala que el alcance de beneficiarios debe incluir una definición específica de grupos etarios y de población (esto es, minorías, comunidades), ya que juntos responden a necesidades logísticas y estrategias de intervención específicas. Por ejemplo, la implementación de programas de educación focalizados en zonas rurales para niños en edad escolar primaria es drásticamente distinta a los requerimientos logísticos y de contenido de un programa educativo enfocado en atender a adolescentes y jóvenes en edad escolar secundaria.

La literatura no especifica un rango máximo de sectores sociales que las organizaciones filantrópicas deben atender, pero sí enfatiza la necesidad de que el foco de intervención esté definido en la misión y que los sectores estén relacionados entre sí, para implementar una estrategia de inversión social enfocada en maximizar su calidad (Brown, 2014).

Siguiendo con el ejemplo en el sector educación, una organización puede estar especializada en capacitar y trabajar con alumnos, maestros y directores en escuelas con influencia en distintos niveles escolares (esto es, inicial, primaria y secundaria), además de estar involucrada en programas de educación fuera de escuelas. Si bien este es un foco sectorial y de beneficiarios más amplio, mantiene una relación al referirse a la gestión educativa.

De esta manera, la literatura muestra que una gama relativamente reducida del alcance sectorial y de beneficiarios maximiza la posibilidad de apalancar recursos y experiencia del equipo operativo y del órgano de gobierno para implementar o cofinanciar programas de alta calidad.