La Fundación Educacional Oportunidad, fundada por el empresario Andrónico Luksic en 2006, nació con el propósito de contribuir a mejorar la calidad de la educación de los niños en situación de vulnerabilidad, con una estrategia mixta: entregar fondos a organizaciones del sector e implementar un programa de enseñanza del idioma inglés en las escuelas públicas de la comuna de Paihuano, en el valle de Elqui, dado el atractivo turístico de esta zona del norte de Chile. Sin embargo, distintas circunstancias del contexto la llevaron muy pronto a ampliar su foco.

Por entonces, en Chile, la ampliación de cobertura de la educación inicial se había instalado entre las prioridades gubernamentales, respondiendo en cierta forma a la creciente evidencia internacional que la posicionaba como un gran igualador de oportunidades sociales en el largo plazo y una política pública cuya inversión ofrece altos réditos al compararla con otras intervenciones sociales en el ciclo de vida de las personas. Los vínculos del fundador con la oficina de la Universidad de Harvard para Latinoamérica (DRCLAS) facilitaron a la Fundación dar su primer paso en este ámbito, organizando en conjunto con el Ministerio de Educación y la mencionada universidad la conferencia internacional «Educación de calidad para un buen comienzo: desafíos y oportunidades para mejorar la calidad de la educación inicial».

De este encuentro surgió el programa Un Buen Comienzo, que apunta a mejorar la calidad de la educación inicial a través de los procesos de formación y acompañamiento de los equipos educativos que atienden a niños de prekínder y kínder, así como de los directores, jefes técnicos y sostenedores. Para finales de 2018, el programa se ha implementado en 187 escuelas y cuenta con evidencia robusta del impacto logrado por su intervención, tanto en las prácticas pedagógicas como en los aprendizajes de los niños que asisten a clases. Junto con ello, se han detectado mejoras significativas en las habilidades socioemocionales y de función ejecutiva, relacionadas con aspectos no cognitivos que cumplen un rol fundamental en el desarrollo y aprendizaje en la primera infancia.

La Fundación Educacional Oportunidad recorrió el camino paso a paso. Tras la conferencia, se estableció una mesa interinstitucional integrada por la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji), el Ministerio de Educación, la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), un equipo de especialistas de la Universidad de Harvard, más de 20 instituciones y la fundación. Durante un año y medio, trabajaron diseñando el programa, su implementación y la primera evaluación experimental con aleatorización de escuelas sobre desarrollo profesional docente y diseño de enseñanza realizada en América del Sur. Desde su primera versión, Un Buen Comienzo fue implementado por la fundación en la comuna de Peñalolén, en la capital del país. El piloto fue evaluado por el equipo de la Universidad de Harvard en conjunto con un equipo de evaluación local de la Universidad Diego Portales, y se convirtió en el primer estudio en América Latina que vinculó la calidad de la enseñanza observada en el aula con el crecimiento en indicadores de aprendizaje y desarrollo de los alumnos que asisten a educación escolar (Treviño, Aguirre, & Varela, 2018).

Terminada la evaluación experimental, la fundación decidió ampliar el programa a la región de O’Higgins, en la zona central del país, aplicando las lecciones aprendidas en la evaluación. De esta manera, intensificaron la atención sobre el tema del ausentismo crónico de los niños y eliminaron elementos de la intervención que resultaron no ser incidentes (como la atención de salud), para priorizar la mejora de las interacciones y el buen uso del tiempo destinado a la instrucción. Junto con escalar el programa, la fundación mantuvo su política de evaluaciones con metodologías cuasiexperimentales, seleccionando, entre los instrumentos de medición estandarizados a nivel internacional, los mejores para que sean utilizados efectivamente en el contexto local.

En 2011, la fundación incorporó las premisas de mejora continua que requerían que las propias escuelas tomaran decisiones orientadas a mejoras oportunas basadas en datos. Para ello la Fundación trabajó en adaptar instrumentos de medición de uso del tiempo, instalando capacidades en los equipos de escuela y comunales. «Históricamente, la fundación evaluó para conocer el impacto de un programa con diseño experimental. Luego, continuamos con evaluaciones cuasiexperimentales con grupo de control para asegurar la sostenibilidad del impacto al ampliar el programa. Hoy, evaluamos para conocer si se mantienen los progresos y entregar datos a las escuelas para la mejora continua», comenta Marcela Marzolo, directora ejecutiva de la fundación.

La estrategia basada en la evidencia ha significado destinar en promedio un 20% del presupuesto anual de la fundación a la generación de evaluaciones. Este esfuerzo hoy se orienta también a la transferencia de aprendizajes hacia el sector, con un equipo interno dedicado a compartir el conocimiento adquirido y aportar datos en las distintas instancias de discusión de políticas públicas orientadas a fortalecer la educación inicial en Chile.

Más información en: https://fundacionoportunidad.cl/