Entre las décadas de 1950 y 1980, los hermanos George y Gabriel Mustakis apadrinaron una docena de escuelas en Chile, involucrándose directamente con la formación de los niños. Las escuelas «República de Grecia» fueron el punto de partida de la Fundación Gabriel & Mary Mustakis, creada en 1992. En 1996, la Fundación Mustakis comenzó a desarrollar sus actividades centrando su quehacer en el arte, la cultura, la educación y las humanidades clásicas.

Desde su constitución, contó con un fondo patrimonial conformado por propiedades y acciones de la empresa Molibdenos y Metales (Molymet), el cual en los últimos 30 años ha multiplicado 10 veces su valor. Está estructurado de manera tal que el monto principal invertido se mantiene, mientras que la rentabilidad de la inversión está disponible para el financiamiento anual de la fundación, lo que permite proyectar en el largo plazo el legado del matrimonio Gabriel y Mary Mustakis.

La fundación cuenta con un sistema robusto para la administración de su endowment. Su comité de inversiones, integrado por el presidente del directorio, el gerente de administración y control de gestión de la fundación y tres agentes externos del sector financiero, se reúne periódicamente. Cuenta además con la asesoría de bancos internacionales de inversión y mantiene una exigencia de rentabilidad del 6% anual real promedio. El portafolio de inversiones está dividido en tres áreas: institucional, mercado (las cuales suman un 15%) y una tercera parte discrecional (el 85% restante), donde incorporan inversiones en proyectos de largo plazo. El fondo institucional se destina a los gastos operativos de la fundación, tanto de administración como de donaciones a organizaciones externas y proyectos propios, con un presupuesto promedio anual de US$ 6 millones. Los activos definidos para el área de mercado se relacionan con la participación en inversiones de otros proyectos sociales, a partir de un énfasis que han impulsado en los últimos cinco años a través de inversiones de impacto y en empresas sostenibles en países de ingresos medio y bajo (incluyendo América Latina).

«Buscamos que el manejo del endowment esté dentro de cánones de buena gestión y de ética, y, por otro lado, que las inversiones generen el máximo de rentabilidad posible», explica el presidente del directorio, George Anastassiou. De esta forma, el manejo del fondo patrimonial ha incorporado principios de inversión responsables. El primer paso, a la hora de invertir, es realizar un negative screening, definiendo proyectos en los cuales no están dispuestos a participar, dado que se trata de industrias con un probado efecto negativo sobre la sociedad, como la producción de armas. Luego, han establecido una creciente preferencia por las inversiones sostenibles, que se acercan más al espíritu de la fundación.

El fondo patrimonial no solo ha asegurado que esta fundación familiar opere de manera ininterrumpida durante más de veinte años, sino que le ha permitido crecer y desarrollar programas y proyectarlos con una mirada de largo plazo. «Mientras otras entidades deben destinar recursos para conseguir el financiamiento de sus programas, aquí el 100% de los recursos se utiliza en hacer los programas más efectivos, más eficientes», manifiesta Anastassiou. Junto con ello, ha hecho que puedan involucrarse activamente en nuevos canales de inversiones con impacto social positivo. De hecho, la fundación está apoyando la formalización del primer contrato de impacto social en Chile, en conjunto con otras fundaciones locales. Contar con un endowment les permite participar ya sea como pagador final del servicio social o bien como inversionista. «Es un tema nuevo, pero pensamos que tiene mucho futuro para el desarrollo de la sustentabilidad de los proyectos sociales. En esa línea hay un tema de desarrollo, de tiempo y dedicación sumamente importante del comité, porque creemos que es un cambio en la forma de hacer filantropía», afirma Anastassiou.

Más información en: www.fundacionmustakis.org